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Desde la Revolución Industrial, los seres humanos nos las hemos ingeniado para diseñar herramientas cada vez más sofisticadas e inteligentes para seguir explotando los recursos naturales, normalmente contaminando y degradando los ecosistemas. Afortunadamente, cada vez más, se desarrolla y emplea la tecnología para reparar estos daños a la naturaleza, con resultados cada vez más esperanzadores.
Ballenas y delfines sufren nuevos y viejos peligros, como quedar enredados en aparejos de pesca, colisiones con barcos, ingesta de plásticos, desorientación por la contaminación acústica submarina.
Por su parte, como no, el cambio climático también tiene un efecto sobre la fauna. Ejemplo de este impacto es que frente al calentamiento del mar, sus posibles presas se desplazan y los grandes mamíferos marinos tienen mayor dificultad para encontrar alimento.
Afortunadamente, la tecnología está ayudando a estos animales a que su mundo sea algo más seguro. Por poner algunos ejemplos. Mediante el seguimiento vía satélite el proyecto Protecting Blue Corridors brinda a los investigadores una imagen mucho más clara de las rutas migratorias que siguen las ballenas; y también ayuda a identificar las rutas donde podrían cruzarse con amenazas como pasa con las rutas de tráfico marítimo.
Examinando y marcando el delfín de río boliviano © Beautiful Destinations
La misma tecnología satélite está ayudando a los científicos a estudiar a los delfines de río en el Amazonas, el río Yangtse y el Indo.
En estas grandes vías fluviales, la contaminación, las presas hidroeléctricas, y otras infraestructuras que desvían el agua para el riego, pueden representar una seria amenaza para los delfines. Al estar monitorizados, los científicos que los vigilan pueden plantear soluciones a los problemas a los que se enfrentan estos delfines.
Otro modelo de producción agrícola es posible
El sistema agrícola actual es insostenible. La transformación de grandes extensiones de tierra en monocultivos están destruyendo la biodiversidad. Los herbicidas, plaguicidas y fertilizantes dañan los ecosistemas mucho más allá de los límites de la finca de cultivo tratada con estos químicos.
Es necesario construir paisajes naturales mosaico, es decir, espacios donde se produzcan diferentes tipos de cultivo, y que convivan con espacios aptos para la vida silvestre o la cría de ganado (en extensivo). De esta manera, los espacios para el el cultivo y la ganadería se convierten en espacios biodiversos capaces de dar cobijo a las especies que polinizan las plantas, se alimentan y por tanto combaten las plagas y las que fertilizan el suelo.
En este nuevo modelo agrícola biodiverso es donde la tecnología puede ayudar y ya está ayudando. Por ejemplo, ya existen sensores que, colocados en el suelo, recopilan datos sobre los nutrientes y los niveles de agua de los cultivos, o drones que evalúan la salud de los cultivos de un solo vistazo. Esta información, conectada con otras herramientas, permite que las plantas se rieguen o fertilicen con la cantidad exacta que necesitan para su óptimo rendimiento, sin desperdiciar ni una gota de agua.
Monitorizar los niveles de agua:
No hay recurso natural más valioso que el agua dulce. Y en algunos lugares se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso.
Por culpa de la deforestación, el cambio climático y las demandas de una población en crecimiento, el agua superficial de Brasil se ha reducido en un 15 % en tres décadas.
Global Water Watch es un proyecto que proporciona información a gran escala. Aprovechando el poder de la Inteligencia Artificial (IA) y los algoritmos, genera datos sobre la cantidad de agua en los embalses y los principales sistemas fluviales, casi en tiempo real. Cualquiera puede acceder a esta información de forma gratuita. Esto permite que los gobiernos y administraciones públicas tomen decisiones bien informadas sobre la mejor manera de gestionar, ante un escenario de cambio climático, y responder a fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones y sequías.
Reforestando:
Las temporadas de incendios en Australia (y otras partes del mundo) son cada vez más largas y la intensidad de los incendios aumenta. En 2019 y 2020, devastadores incendios mataron o desplazaron a tres mil millones de mamíferos, aves y reptiles. También destruyeron o dañaron alrededor de siete mil millones de árboles en 15 millones de hectáreas.
Koala que ha bajado de un árbol después de un incendio forestal, Victoria, Australia. © naturepl.com / Doug Gimesy / WWF
Al rescate vuela una empresa llamada AirSeed Technologies, cuyos drones especializados pueden plantar hasta 40.000 semillas por día. También realizan labores de “seguimiento y protección proactiva”, utilizando la IA de los drones para identificar qué especies se han establecido con éxito y cuáles no. El resultado es un sistema que puede restaurar la tierra 25 veces más rápido que la plantación tradicional, a una fracción del costo.
Está claro que la tecnología ya nos está brindando muchas de las herramientas que necesitamos para monitorizar, modelar y administrar con éxito nuestros recursos naturales de una manera más sostenible. A medida que mejoran los robots, la IA y el aprendizaje automático, existe una esperanza real de que las perspectivas para las personas y la naturaleza también lo hagan.
Dependemos de la naturaleza para alimentarnos, hidratarnos, obtener medicinas y mucho más y, sin embargo, la estamos llevando a un punto sin retorno
Podemos revertir la pérdida de la naturaleza produciendo y consumiendo de una manera más sostenible y no desperdiciando comida, por ejemplo.
Frenar el cambio climático o la extinción de las especies. Está en nuestras manos colaborar y ser parte de las soluciones para cuidar nuestro planeta.
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